Sor Juana Guillén: El Apostolado de la Acción

Desde pequeña, Juana Guillén tenía un carisma que atraía a todos a su alrededor. Lideraba a sus amigas en actividades religiosas, y con el tiempo, formó un grupo de jóvenes que la seguían en su camino de fe. Les enseñaba a desprenderse de las vanidades del mundo, mostrándoles su cabeza rapada como un símbolo de entrega a Jesucristo. Juntas, rezaban, ayudaban a los enfermos y apoyaban a quienes lo necesitaban, dejando siempre una huella de devoción y servicio.