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Curación de Fray Pedro Gilabert por intercesión de Sor Juana Guillén

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Fray Pedro Gilabert, agustino de Orihuela, padeció durante cinco años una grave enfermedad que le cubrió el cuerpo de profundas llagas supurantes y dolorosas. El 10 de abril de 1816, en plena noche y sin consuelo por el dolor, se encomendó con fervor a Sor Juana Guillén, de quien guardaba una estampa. Tocó sus heridas con ella y se durmió. A la mañana siguiente, al descubrirle las vendas, las llagas estaban secas, cerradas y limpias, quedando solo las cicatrices. Volvió a caminar, vistió calzas y zapatos nuevos, y ofreció dos piernas de cera y un retrato en gratitud a la Venerable.

Carta de Sor Juana Guillén en favor de una hermana necesitada

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Carta escrita por Sor Juana Guillén pidiendo ayuda para conseguir un hábito para otra religiosa del convento que se encontraba en extrema pobreza. Bien conocida es la virtud de la caridad en Sor Juana, quien desde niña socorría a los más necesitados, repartiendo alimentos, ropas y enseñándoles con sencillez y ternura. Continuó esta labor dentro del convento, ayudando también a sus hermanas, llegando incluso a desprenderse de lo imprescindible, como su manta, colchón y ropa, por amor a los demás y a Jesucristo. Cuando no tenía con qué ayudar, buscaba quién lo hiciera, escribiendo cartas como ésta, que retratan, sin proponérselo, la hondura de su compasión. Desgraciadamente, no han llegado hasta nuestros días muchas cartas de Sor Juana Guillén. Según testimonio del Padre Gaspar Mancebón, su confesor y primer biógrafo, él mismo destruyó muchas de las que recibió por respeto a la intimidad de su alma, convencido de que ella viviría más que él, y queriendo evitar que cayeran en manos aj...

Estampa de la aparición de Jesucristo a Sor Juana Guillén y convento de San Sebastián

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Antigua estampa devocional destinada a fomentar el culto a la Venerable Sor Juana Guillén. En ella se representa el convento de San Sebastián, en Orihuela, donde la religiosa agustina pasó gran parte de su vida. A la derecha de la composición, se reproduce un cuadro que muestra una de sus experiencias místicas más significativas: el encuentro con Jesucristo cargado con la cruz, ocurrido en la huerta del convento junto a un mirto. Esta obra fue tristemente destruida durante la Guerra Civil. Pueden ver el cuadro restaurado digitalmente pulsando aquí .

Representación de Sor Juana Guillén (1617)

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Imagen de la Venerable Sor Juana Guillén, publicada en su primera biografía, escrita por el Padre Gaspar Mancebón (OSA), quien fue también uno de sus confesores. La obra “Vida de la Madre Sor Juana Guillén” vio la luz en el año 1617, diez años después del fallecimiento de la Venerable, y fue impresa por Felipe Mey. Esta representación ha sido extraída de un ejemplar original digitalizado por Google. Puede descargar la obra completa (en formato pdf) mediante el siguiente enlace: https://drive.google.com/file/d/1lRXZLiErPYpXKGaSQvbna4pYSQOrEI8O/view?usp=sharing

Emanaciones curativas en la tumba de Sor Juana Guillén

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En 1882, el sacristán del convento de agustinas de Orihuela, Joaquín Pérez, descubrió asombrado que la lápida del sepulcro de Sor Juana Guillén parecía sudar, emitiendo un líquido inexplicable. Este fenómeno fue presenciado también por el P. Payá, quien lo interpretó como un signo de tiempos difíciles para la Iglesia. Años después, en 1889, Dolores Sánchez fue testigo de un hecho singular. Mientras acompañaba a su amiga Pilar Ruiz, quien quiso besar la tumba de la Venerable Sor Juana Guillén, ambas observaron que la lápida desprendía gotas de agua, formando un pequeño charco. Pilar, asustada, pasó un pañuelo por la piedra y lo encontró completamente mojado. Dolores, incrédula, corrió a comprobarlo y vio con sus propios ojos cómo la tumba “lloraba”. Más tarde, Dolores usó aquel pañuelo empapado para aliviar un fuerte dolor de muelas de su madre, quien sanó de repente. Poco después, su madre sufrió una grave caída que la dejó con el pie totalmente inmovilizado. Tras probar distintos ...

El Don Profético de Sor Juana Guillén

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Sor Juana Guillén tenía la capacidad de conocer los pensamientos y secretos de las almas, así como de predecir el futuro con precisión. Este carisma se manifestó en múltiples ocasiones dentro del monasterio, ayudando a las religiosas a superar crisis espirituales, fortalecer su vocación y descubrir la voluntad de Dios en sus vidas. Entre sus revelaciones más impactantes estuvo la visión del ascenso al cielo de su madre . También predijo la vocación de varias monjas antes de que ellas mismas lo supieran y aseguró a otras que su ingreso al convento ocurriría en el momento adecuado. Además, descubrió pensamientos ocultos: las dudas de una novicia que temía profesar ante la negativa de su padre, el enfado de otra que planeaba venganza por una burla o los escrúpulos de una que evitaba comulgar por una falta menor. Durante una oración, Sor Juana se acercó a una hermana y, con voz serena, le susurró un mensaje: “Se me manda que os diga que cuando penséis en el misterio de la cruz…”. En él...

Curación milagrosa de dos niños por la intercesión de Sor Juana Guillén

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El poder de intercesión de Sor Juana Guillén quedó de manifiesto en la curación de dos niños gravemente enfermos, testimonios de los favores celestiales que sus devotos obtienen por parte de la Venerable. Una niña de cuatro años, Josefa Escalona Sánchez, sufría una serie de graves padecimientos que incluían visiones terroríficas, parálisis parcial, convulsiones, ataques de epilepsia y fiebre alta. Durante quince meses, su condición empeoró hasta el punto de temer por su vida. Ante esta situación, siguiendo el consejo del P. Gaspar Mancebón, su tía hizo que besara una estampa de la Venerable mientras la encomendaba en sus oraciones y colocó una reliquia de Sor Juana Guillén en el pecho de la niña. Esa noche, la pequeña durmió tranquilamente por primera vez en mucho tiempo y despertó completamente sana. La niña relató, con todo detalle, que Sor Juana Guillén se le había aparecido, la abrazó y le dijo: “Hijita, ya estás buena; sé buena e irás al Cielo”. Unos días más tarde, un milagro...

Apariciones de la Virgen María y San Juan Evangelista a Sor Juana Guillén

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Sor Juana Guillén fue agraciada con numerosas experiencias místicas y apariciones de la Santísima Virgen María y San Juan Evangelista, quienes la protegieron y apoyaron en momentos clave de su vida. Aunque la mayoría de estos hechos permanecen en discreto misterio debido a la humildad de la Venerable, quien solía relatarlos en tercera persona, abundan los testimonios y evidencias que los avalan. En una carta a su confesor, Sor Juana describió una visión celestial en la que contempló a la Virgen María rodeada de santos cantando la Salve Regina . También mencionó el caso de “un alma que recibió muchos regalos y favores de la Santísima Señora”, clara alusión a sus propias vivencias. San Juan Evangelista, su patrono y protector, también se le apareció en varias ocasiones, dándole fortaleza en momentos de enfermedad y dificultad. En una de estas visitas, el santo le aseguró que no moriría de una dolencia que sufría en ese momento, sino de la siguiente, como efectivamente sucedió, animán...

Partida de bautismo de Sor Juana Guillén (1575)

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Partida bautismal de la Venerable Sor Juana Guillén procedente del  Archivo Histórico Diocesano de Orihuela, registrada en la parroquia de Santiago.  El documento  recoge la siguiente información : el 28 de diciembre de 1575, Monseñor Luis Sabater bautizó a la hija de Honorato Guillén y Ana Ramírez, a quien se le impusieron los nombres de Leonor Juana. Actuaron como padrinos Jaime Rausell y Águeda Pérez de Lucas, viuda del médico D. Juan de Villanueva.

Estampa de Sor Juana Guillén con reliquia

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  Estampa moderna de Sor Juana Guillén donde se puede apreciar una imagen de la primera versión de su estatua y una oración para solicitar las gracias que se deseen. En el reverso, se incluye una breve biografía de la Venerable y los datos de contacto del convento de San Sebastián en Orihuela, donde pueden comunicarse los favores atribuidos a su intercesión y realizar donativos.  Una característica especial de esta estampa es que contiene una reliquia: un fragmento de tela que ha estado en contacto con sus sagrados restos.

Sor Juana Guillén: Unión plena con Dios

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La vida de Sor Juana Guillén fue una constante aspiración al cielo, marcada por un profundo anhelo de unión con Dios. Soportó con inquebrantable fe y humildad los intensos tormentos que le trajo su enfermedad hasta que, finalmente, el 2 de junio de 1607, a los 31 años, tras despedirse de sus hermanas del convento y quedarse a solas con Jesucristo, entregó su alma al cielo en completa paz y serenidad. La noticia de su muerte conmovió profundamente a la ciudad de Orihuela, que acudió en masa a despedir a quien ya era reconocida por su vida ejemplar y su fama de santidad. Sor Juana Guillén dejó como legado una existencia consumada en el amor absoluto y la entrega total a Dios, un ejemplo que inspira e ilumina los corazones en el camino de la fe.

Sor Juana Guillén: Un adiós definitivo al mundo exterior

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Tras cumplir con las últimas voluntades de su madre, Sor Juana Guillén selló su compromiso final con Dios, despidiéndose para siempre de todo lo material y del mundo exterior. Con el permiso de sus confesores y de la priora, hizo voto de silencio hacia el mundo, restringiendo sus palabras a sus hermanas de convento y a su confesor. Antes de pronunciar dicho voto, recibió a sus amigos y seres queridos para una última despedida, asegurándoles que su próximo encuentro sería “en el cielo” o “en el Valle de Josafat”. Con este acto de renuncia, Sor Juana consolidó su misión espiritual, dejando un testimonio grandioso e inspirador de amor y entrega a Dios y Jesucristo.

Sor Juana Guillén: Entrega total a Dios

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Tras la muerte de su madre, Sor Juana Guillén cumplió dos votos de extraordinario valor: no hablar con nadie fuera del convento, a excepción de su padre espiritual, y renunciar a todas las posesiones materiales no imprescindibles para vivir. Abandonó su celda, trasladándose a una más pequeña y desprovista, y entregó sus pocas pertenencias, incluyendo su querido cuadro de San Juan Evangelista , no dejando nada a lo que aferrarse. Estos actos de humildad, devoción y penitencia inspiraron profundamente a sus hermanas del convento, dejando una huella imborrable y un poderoso ejemplo de sacrificio y entrega a Dios.

Cuadro “Aparición de Jesucristo resucitado a la Venerable Sor Juana Guillén”

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Cuadro que representa una de las apariciones de Jesucristo a Sor Juana Guillén, preservado en el convento de las Madres Agustinas de Segovia. La Venerable Sor Juana Guillén experimentó numerosas apariciones de Jesús, recibiendo de él innumerables gracias y favores, de las cuales raramente hablaba. Compartía estas experiencias, muy eventualmente y siempre en tercera persona, con el único propósito de reconfortar los corazones de sus hermanas del convento.

Sor Juana Guillén: Visión del ascenso al cielo de su madre

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Ana Ramírez, madre de Sor Juana Guillén, deseaba ingresar al convento donde vivía su hija y, tras dos años, finalmente lo consiguió, destacándose por su fervor, silencio, obediencia y penitencia. Hizo profesión antes de morir, el 5 de agosto de 1605. Ese día, cuando fueron a relatarle lo sucedido, Sor Juana se encontraba en el coro, pero, lejos de mostrar asombro y dolor, expresó una profunda tranquilidad y alegría, revelando a las religiosas que Dios le había mostrado en una visión cómo los ángeles recogieron el alma de su madre y la llevaron directamente al cielo.

Sor Juana Guillén: Maestra de Novicias

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Con apenas cuatro años de profesión, Sor Juana Guillén fue elegida Maestra de Novicias, cargo que aceptó con humildad y obediencia. Inspiraba a las novicias con su ejemplo, enseñando que la penitencia, la oración y el recogimiento no debían ser cargas, sino caminos hacia Dios, siempre con alegría. Les decía: “Meteos en las divinas llagas y no salgáis jamás de allí.” Su presencia llenaba de consuelo a las jóvenes, que la veían como referente y guía espiritual. En sus manos, el noviciado floreció en un oasis de gozo y entrega a Dios.

Sor Juana Guillén: Primeros años de clausura

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  Desde sus primeros momentos como novicia agustina, Sor Juana Guillén destacó por su humildad, devoción y profundo amor al silencio y la oración. Fiel a las Reglas, llevó una vida de recogimiento, evitando cualquier distracción mundana. Hizo un voto de no hablar con nadie del exterior, solo rompiéndolo por obediencia. Al tomar sus votos definitivos el 18 de mayo de 1598, su fervor espiritual ya era evidente para todos los presentes, convirtiéndose en un ejemplo de virtud y santidad para sus hermanas en el convento.

Sor Juana Guillén: Anhelo de Santidad

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Con 21 años, Juana Guillén tomó la firme decisión de ingresar en un convento, decidiéndose finalmente por el convento agustino de San Sebastián, al que ingresa junto a una amiga a la que le paga la dote. Su fervor era tan grande que, en el día de su entrada, caminaba tan rápido que su madre y sus familiares no podían seguirle el paso. Tal determinación reflejaba su profundo anhelo por dedicar su vida completamente a Dios.

Sor Juana Guillén: El Apostolado de la Acción

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Desde pequeña, Juana Guillén tenía un carisma que atraía a todos a su alrededor. Lideraba a sus amigas en actividades religiosas, y con el tiempo, formó un grupo de jóvenes que la seguían en su camino de fe. Les enseñaba a desprenderse de las vanidades del mundo, mostrándoles su cabeza rapada como un símbolo de entrega a Jesucristo. Juntas, rezaban, ayudaban a los enfermos y apoyaban a quienes lo necesitaban, dejando siempre una huella de devoción y servicio.

Sor Juana Guillén: Ángel de Caridad

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Juana Guillén, desde muy joven, mostró una caridad inagotable, consolando almas y remediando sufrimientos. Colaboraba estrechamente con los misioneros y ayudaba a mujeres en situaciones difíciles, encontrándoles empleos honestos. Donaba sus vestidos a las iglesias, tejía ornamentos sagrados y elaboraba cilicios para regalarlos. Además, preparaba las casas de los enfermos que debían recibir los últimos sacramentos, adecentando y perfumando antes de la visita del sacerdote y ofreciendo consuelo y apoyo tanto al moribundo como a su familia.