El éxtasis de Sor Juana Guillén
La Venerable Sor Juana Guillén vivió una vida entregada por completo a la oración, dedicando hasta catorce horas diarias a la oración mental. Su recogimiento era tan profundo que, con frecuencia, quedaba en suspensión o éxtasis, ajena a cuanto la rodeaba. Las hermanas del monasterio la veían inmóvil, con el rostro encendido y la mirada baja, sin responder a estímulos externos. En una ocasión, fue vista en su celda levitando, elevada tres palmos del suelo, hecho recogido en el proceso de beatificación.